Antes yo pensaba igual que tu; pensaba que por más que uno mejorará; las demás cosas no necesariamente mejoran contigo, pero cuando comenzamos a potenciarse, a leer, a incorporar hábitos saludables en nuestra vida, a mejorar como individuos, a escucharnos y sobre todo a comunicarnos de manera asertiva, damos inicio al crecimiento personal; es entonces cuando nos damos cuenta que esta frase puede tomar otro significado.
¿Y cómo es que, si uno mejora, todo lo demás mejora?
Cuando hablamos de mejorar; uno de los aspectos claves dentro del proceso de transformación es nuestra actitud.
La forma en que apreciamos las cosas que nos suceden puede hacer que todo sea un caos o por el contrario refleja un abanico de posibilidades.
La fuente que nos permite modificar la forma de apreciar la realidad, es la información que tenemos en nuestro cerebro, por ende, en la medida en que fortalecemos y formamos nuestra mente, incluimos nuevos conceptos, culturas y formas de vida; desarrollamos una visión más amplia a la hora de apreciar.
El apreciar con amplitud nos permite manejarnos en otros contextos; nos permite evaluar desde otras perspectivas; nos permite aplicar otros enfoques.
Apreciar en positivo implica asimilar toda la información que recibimos de nuestros cinco sentidos de tal forma que podamos gestionar las emociones y sensaciones para evitar que nos afecten de manera negativa.
Cuando conectamos todo lo que nos sucede con una estructura positiva; siempre vamos a ubicar un foco que refleje una ventaja ante la situación más decadente.
Les comparto un ejemplo de vida:
Nunca me ha gustado el frío; realmente me ponía de muy mal humor y cada vez que venía esta temporada comenzaba a quejarme. Pasaba todo el día quejándome del frío y por ende estaba siempre malhumorada, sentía que nada fluía e inclusive tenía malas respuestas con mi familia.
Cuando entendí que hay cosas cuyo cambio no depende de nosotros y que debemos aprender a convivir con ellas; entonces mi actitud cambió y comencé a buscar soluciones para aquello que sí podía cambiar; mi reacción ante la situación.
Entonces organicé mis finanzas, incluí dentro de los gastos prioritarios el consumo de la calefacción e invertí en ropa especial para la temporada y pude resolver este tema que me tuvo frustrada toda la temporada de invierno pasada.
Lo mismo ocurre en todos los aspectos de la vida; a veces la solución es sencilla y la tenemos justo enfrente; probablemente requiera un esfuerzo que puede ser económico, físico o emocional, pero estoy segura que al ponerle ganas y energía positiva lo vamos a poder resolver, sin embargo, volvemos al tema principal, va a depender de nuestra actitud y de la forma que tengamos de apreciar la realidad el poder encontrar las soluciones y aplicarlas de manera efectiva.
Imagínate si cada uno de nosotros se esforzará por mejorar y apreciar distinto; nos quejaríamos menos, resolveríamos más y vibraríamos en una sintonía de más armonía.
Recuerda si tu mejoras, todo mejora, el cambio está en ti.