El término fracaso proviene del verbo fracasar. Éste, a su vez, hace referencia a la frustración (cuando se malogra una pretensión o un proyecto) y al resultado adverso en un negocio. En concreto se considera que dicho término emana del vocablo italiano fracassare que puede traducirse como “estrellarse” o “romperse”.
Cuando escuchamos la palabra fracaso, nos invade temor, decepción, tristeza, sensación de derrota y dolor en el alma. ¿Alguna vez te has sentido fracasada? ¿Alguna vez pensaste en la posibilidad de fracasar en alguna área de tu vida?
Cuando somos pequeñas y tenemos una vida en un hogar estable, rodeadas de amor, jamás pensamos en esa palabra. A medida que crecemos y nos vamos relacionando fuera del círculo familiar, empezamos a escuchar la palabra “Fracaso”, pero la mantenemos en nuestra mente como una definición lejana de nuestra realidad. En lo personal en mi etapa de niñez y juventud no pensé en esta palabra como algo que me tocaría vivir o experimentar.
Hace algunos años descubrí que los padres nos enseñan que debemos triunfar, lograr nuestros sueños y metas y eso está muy bien. Una de las muchas tareas de los padres es animar a los hijos a creer en sus habilidades y pensar en el éxito profesional, personal y espiritual. Sin embargo, nadie nos ha enseñado que en la vida vamos a fallar, cometer errores, que no todo saldrá como lo hemos pensado o planeado.
A medida que crecemos nos damos cuenta de que ese sueño idealizado de la niñez no es tan real como lo teníamos pensado. Creo que esa es una de las razones por las cuales cuando las cosas no marchan como lo habíamos deseado o planificado nos decimos “Soy un fracaso”, pero yo te digo que NO.
La magnitud del fracaso dependerá de tu actitud, no de la circunstancia o el problema que estés viviendo. Como padres cometemos el error de no enseñar a nuestros hijos que en la vida Sí se viven decepciones, desilusiones, fracasos y derrotas, pero es parte del camino, no es el final.
He aprendido en la vida que los fracasos o decepciones son bendiciones disfrazadas y no por su cobertura dolorosa dejan de ser bendiciones.
¿Alguna vez has pensado que tus decepciones son bendiciones con diferente ropaje?
Solo dependerá con el lente que desees verlas.
Dos personas pueden atravesar la misma crisis y para una puede ser el final de su vida, deprimirse y sentir que perdió el sentido de vivir. Sin embargo, esa misma situación puede ser para la otra persona, una oportunidad para crecer al reconocer la experiencia vivida decide aprender la lección y sigue avanzado.
Entre los llamados fracasos podemos mencionar, la pérdida de una empresa o negocio, un divorcio, la pérdida de casa, un sueño no realizado, la pérdida del trabajo que amas, entre muchos otros.
Cuando esa decepción o fracaso llega a nuestra puerta vamos a enfrentar varias etapas entre ellas: 1. El choque y sorpresa: no puedes creer lo que estás viviendo. 2. Negar que seas un poco culpable de lo ocurrido: en esta etapa no aceptamos nuestra responsabilidad en los hechos. 3. Enojarse y culpar a los demás: ahora pensamos que todos son culpables. 4. Deprimirse: te invade una tristeza y piensas que no hay salida. 5. Levantarse y aprender: en esta etapa descubres que no eras la única persona que está viviendo esa situación difícil, otras mujeres vivieron esa situación y salieron adelante. En esta etapa comienzas a callar las voces de derrota que invaden tu mente y las voces internas que te decían: “Eres un fracaso”.
¡La diferencia está en ti! Amiga mira todo el potencial que tienes y lánzate a realizar tus sueños, nadie te podrá detener si te lo propones hoy. Dios nos hizo a cada una única y especial, no salgas de esta tierra sin antes descubrir para qué fuiste creada.
Dios no usa personas perfectas, somos vasijas imperfectas en manos de un Dios perfecto.
Nunca aceptes el pensamiento de que tu vida se ha acabado, que no eres útil, que no puedes hacer nada bueno. Estas y muchas otras son mentiras y sí las obedecen paralizarán tu vida.
Recuerda que no hay nada que puedas hacer para que Dios te ama más o te ame menos.
Si te decides a creer que tu vida no es un accidente o casualidad y que Dios tiene un plan con tu vida te levantarás cada mañana con la seguridad que hay un propósito mayor en tu vida.
¿Crees que en medio de todo Dios Sí está obrando?
Levante y seca tus lágrimas, hay camino por correr. Mientras hay vida, hay esperanza, lo difícil que estás viviendo hoy no es el fin es solo una parada. No te quedes mucho tiempo detenida en esta parada porque puedes perder el mejor vuelo de tu vida.
El fracaso lo determinas tú, el vivir un fracaso o decepción no te convierte en una persona fracasada, sino en una persona con experiencia vivida. ¿Lo crees?
Método de Coaching de Conocimiento Interior C.C.I.
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