Un señor vestido de blanco brillante, con sombrero de copa vino hacia mí. Me tomó de la mano. Empezó a elevarse y yo con él. Llegamos a la cima de una montaña que me
permitía observar toda la ciudad. Sintiendo el aire sobre mi rostro, acariciando mi cabello escuché su voz diciendo: “Recuerda que todo lo que en tu mente seas capaz de creer y crear, lo puedes lograr”. Esas palabras han estado sembradas en mi mente a lo largo de mi vida.
Cuando me pasaban a leer frente al grupo en la escuela, yo temblaba y me aterraba. Veía y escuchaba a mis compañeros burlarse mientras mis mejillas se sonrojaban y regresaba a sentarme llena vergüenza con el temor de que al día siguiente me volvieran a pasar al frente.
Cierto día ya como adulta me invitan a dar una “pequeña plática”, así me lo dijeron, a un grupo de 10 padres de familia de un jardín de niños. Me dijeron que era en la escuela. Un día antes me llaman y me dicen que el lugar de la reunión había cambiado. Era un salón de
eventos. Cuando llegué había 300 padres de familia, profesores, directores y supervisores. Habían invitado a 5 conferencistas con una gran trayectoria. Hubo una persona que dijo “me encantó tu conferencia” yo no le creí porque me percaté que realmente lo hice mal. Me sentí fracasada. Me enojé conmigo por tener miedo. Si yo me había preparado lo suficiente ¿Por qué me aterraba hablar frente a un público? Ese día me prometí a mí misma que esto no volvería a pasar y recordé las palabras que en mi sueño me dijo ese señor: Recuerda
que todo lo que en tu mente seas capaz de creer y crear lo puedes lograr.
Me pregunté: ¿Realmente es lo que deseo? Y aunque estaba llorando diciendo que nunca más lo volvería a hacer, dentro de mí había una gran revolución por que otra voz me decía “¡No te rindas! ¡Sigue tu sueño! ¡Si esto es lo que realmente deseas, atrévete! ¡Hazlo!
¡Recuerda que con disciplina, pasión y perseverancia lo puedes lograr! ¡Estas personas que están aquí algún día también tuvieron miedo, pensaron que no lo lograrían, que no podrían, que eso no era para ellos! ¡Míralos cumpliendo sus sueños y transformando vidas! Y hoy quiero preguntarte ¿Cuál es tu sueño? Si estás aquí, con seguridad también te han pasado cosas similares. Has sentido miedo al pensar que puedes ser conferencista, quizá se han burlado de ti, te habrán dicho que lo olvides que eso no es para ti. Quiero que en este momento pienses ¿A cuántas personas puedes ayudar a transformar sus vidas? ¿Cuántas mujeres necesitan escuchar tu historia y beneficiarse con ella? Tienes muchas
experiencias que transmitir.
Te invito a que cierres los ojos y te observes a ti misma siendo miembro de la Federación Internacional de Mujeres Conferencistas, ha llegado un gran momento para ti… estás por salir al escenario…observa cuántas mujeres han venido hoy, están ansiosas por observarte, escucharte y aprender de ti. Sientes gran emoción por hacerlo, percibe como lo estás disfrutando y al finalizar puedes escuchar que te aplauden, se han puesto de pie porque lo has hecho extraordinariamente bien, están muy emocionadas por ese gran mensaje que hoy les has compartido. Observas como llevas tu mano derecha a tu corazón y sientes sus latidos, haces una reverencia y dices: “Gracias”. Repite este ejercicio las veces que sean necesarias para ti. Evita que tus dones y talentos permanezcan dormidos y se pierdan.
¡Conéctate con tu pasión y únete a nosotras ahora mismo! ¡Te estamos
esperando con los brazos abiertos!
Recuerda que una de las grandes tragedias de la vida es irte a la tumba sin haber compartido tus talentos.